¿SERÁ LA OTAN, A SUS 50 AÑOS, UNA VÍCTIMA DE LA GUERRA DE KOSOVO?

Artículo de ZBIGNIEW BRZEZINSKI en "El País" del 14-4-99 (¡Pufff!, es un politólogo del que leí algunas cosas, pero la ortografía de su nombre siempre me crea quebraderos de cabeza)

 

Está previsto que el 23 de abril la OTAN celebre por todo lo alto su quincuagésimo aniversario. Si por entonces continúa el conflicto de Kosovo, la reunión ofrecerá la oportunidad de celebrar un consejo de guerra (sí, ¡es una guerra!) y de reafirmar que el compromiso de la Alianza Atlántica prevalecerá. Si por entonces la OTAN ha vencido, el acontecimiento será realmente una celebración. Y si por entonces la OTAN ha adoptado un acuerdo negociado que signifique hacer concesiones a Milosevic respecto de lo que la Alianza exigía antes del bombardeo, será un funeral.

El hecho es que lo que ahora está en juego es mucho más que el destino de Kosovo. Las cosas cambiaron drásticamente el día en que se inició el bombardeo. No es ninguna exageración decir que si la OTAN no logra imponerse, significará el fin de la organización atlántica como alianza creíble y el fin del liderazgo mundial de Estados Unidos. Las consecuencias serían devastadoras para la estabilidad mundial.

Es instructivo detenernos aquí y preguntarnos: ¿quién apoya el uso de la fuerza para poner fin a la limpieza y matanzas étnicas en Kosovo y quién se opone a él? Las 19 democracias de la OTAN mantienen la misma postura (aunque un par de ellas titubeen) y las demás democracias europeas muestran en general su apoyo. Los que se oponen violentamente son el errático admirador de Hitler en Bielorrusia y el actual régimen ruso, que no logró hacer en Chechenia lo que Milosevic pretende hacer ahora en Kosovo.

Por consiguiente, hay dos visiones alternativas enfrentadas respecto al futuro de Europa: una que ve Europa como una comunidad genuinamente vinculada por un respeto compartido a los derechos humanos, y otra que cree que las élites nacionales en el poder tienen el derecho soberano a incurrir en mini-genocidios de sus minorías.

Eso lo entienden muy bien los que no desean el bien de Europa y de Estados Unidos. Uno de los diarios más importantes de Moscú (Nezavisimaya Gazeta, en su editorial del 25 de marzo), a la vez que decía a los que dentro de la Administración de Clinton todavía tienen que aprender cuál es realmente la postura del Kremlin, se regodeaba abiertamente con el hecho de que la crisis inicia "la época de la caída del imperio mundial de Estados Unidos y, evidentemente, la época del eclipse definitivo de Europa". Proseguía instando a Rusia a "quedarse tranquilamente sentada en la valla, diciendo lo que haya que decir y viendo cómo la OTAN se destruye a sí misma".

De momento, la Administración de Clinton lo ha hecho muy bien a la hora de mantener unida a la coalición. Pero no lo ha hecho tan bien en el ámbito militar y su fortaleza política es dudosa. Durante las dos primeras semanas, la campaña aérea de la Alianza Atlántica contra Serbia ha sido demasiado tímida e irresponsable desde el punto de vista moral. Lamentablemente, no se ha podido reaccionar a tiempo contra el bestial maltrato infligido a los kosovares indefensos.

Aunque es innegable que la limpieza étnica precedió a los bombardeos, lo cierto es que se vio acelerada y se volvió más brutal después de que empezaran a caer las bombas. El equipo de la Casa Blanca no puede rehuir la responsabilidad por no hacer lo mínimamente posible para impedir que los kosovares se convirtiesen en víctimas.

Es sencillamente incomprensible que no se reunieran los helicópteros de ataque necesarios antes de lanzar la operación. ¿No se le ocurrió a ningún oficial que las fuerzas serbias procederían contra los kosovares? ¿Por qué se le negaron a SACEUR (Comandante Supremo Aliado en Europa) los helicópteros durante cerca de diez días después de que se hubiera iniciado la operación, mientras todo el mundo observaba las expulsiones en masa y se enteraba también de las ejecuciones a gran escala?

Se debería haber lanzado desde el primer día un ataque aéreo contra las fuerzas terrestres de Milosevic aun a riesgo de perder algunas vidas. Resulta doloroso imaginarse a los jóvenes albaneses escudriñando el cielo antes de ser violados o disparados en la cabeza por detrás...

Además, el bombardeo se ha llevado a cabo de un modo que desafía hasta las más elementales nociones de la psicología humana en condiciones de guerra. En vez de sorprender e intimidar al adversario, la campaña aérea se ha esforzado en ahorrar víctimas, no sólo entre los pilotos aliados, sino también a los oficiales de Milosevic, con lo que ha inoculado a los serbios contra el miedo a las bombas a la vez que ha movilizado las pasiones nacionalistas serbias en apoyo al dictador de Belgrado.

También es digno de destacar que, paradójicamente, el bombardeo estratégico del patrimonio serbio se haya ejecutado como si su objetivo fuera el desgaste del Ejército serbio en preparación para una campaña terrestre de la OTAN. Pero el presidente Bill Clinton descartó esta posibilidad e incluso durante la segunda semana del bombardeo siguió asegurando a Slobodan Milosevic que Estados Unidos no tenía intención de implicarse en un combate terrestre.

Uno no puede evitar sospechar que interviniera aquí la conveniencia política, en un momento en que lo que se necesitaba era un auténtico liderazgo. Esta abnegada postura ha dado a Milosevic toda clase de incentivos para cubrirse la cabeza y soportar el castigo de los cielos a la vez que proseguía su limpieza en la provincia de Kosovo.

Sin duda, no se puede lanzar en un instante una campaña terrestre. Exige un despliegue de fuerzas cauteloso y deliberado y (en las democracias) una fuerte base de apoyo nacional. Pero si la campaña aérea no produce el éxito político necesario, los combates terrestres se vuelven imprescindibles. De modo que, ¿por qué no prepararse ahora para ello y por qué, dadas las circunstancias actuales, hacer que Milosevic se sienta más seguro de que no es algo de lo que necesite preocuparse? No tiene sentido que el presidente y sus asesores proclamen que las fuerzas de la OTAN sólo entrarán en Kosovo con el consentimiento de Slobodan Milosevic.

¿Qué se debe hacer entonces? Dado lo mucho que hay en juego, Estados Unidos, como líder reconocido de la Alianza, debe adoptar un planteamiento sin ataduras ni prohibiciones para ganar. El liderazgo estadounidense debe transmitir un valor basado en los principios y no dejar que la política le dicte el compás. La élite gobernante de Belgrado tiene que convencerse -a través de las acciones militares y la postura política de la OTAN- de que los crímenes y obstinación de Slobodan Milosevic presagian la ruina colectiva. Con ese fin, la política debería guiarse por los siguientes principios básicos:

" 1. La fórmula de Rambouillet para la autonomía de Kosovo dentro de Serbia está muerta. Fue asesinada por los crímenes de Milosevic contra la humanidad. Durante varios años, la condición formal de Kosovo, bajo la protección directa de la Alianza Atlántica, seguirá sin determinarse.

" 2. De ello se deduce que no podrá haber ninguna negociación con el propio Milosevic, excepto para poner en práctica las modalidades de la retirada serbia tras la imposición por la fuerza de las condiciones de la OTAN. La Alianza debería rechazar la tentación de aceptar cualquier acuerdo concebido por Rusia que conceda a Slobodan Milosevic cualquier mejora de las condiciones originales de la OTAN. Si así lo hiciera convertiría el bombardeo en un fracaso trágicamente inútil, recompensaría al presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, por su limpieza étnica y representaría un gran éxito para la postura anti OTAN del Kremlin. Eso tiene que quedar más claro que el agua.

" 3. Hay que intensificar la campaña aérea si con ella se pretende destruir el poderío militar de Milosevic u obligarle a aceptar las condiciones de la Alianza Atlántica. La actual limitación de los objetivos ha reducido seriamente el impacto militar y político de los bombardeos.

" 4. Se deberían iniciar ya despliegues importantes en preparación para una posible operación terrestre de la OTAN que presumiblemente partiría de Albania y Macedonia. Una vez que los bombardeos hayan aislado efectivamente a las fuerzas serbias en Kosovo de la propia Serbia, éstas se volverán vulnerables -sobre todo cuando se les agoten el combustible y las municiones- a una barrida de las fuerzas terrestres de la OTAN. En cualquier caso será necesaria una operación de fregado si Slobodan Milosevic se niega a capitular, aunque su Ejército esté seriamente debilitado por el desgaste sistemático sufrido desde el aire por los ataques aliados.

" 5. Las víctimas kosovares de las matanzas, las violaciones y la limpieza étnica tienen el derecho moral de defenderse a sí mismas y, por consiguiente, se debería proporcionar armas a los que resisten. Además, una ayuda así a los kosovares sería una indicación más para Belgrado de que su estrategia de limpieza étnica en Kosovo está condenada al fracaso.

" 6. En todos los países de la Alianza Atlántica se deberían confiscar los bienes yugoslavos con el fin de presionar a Belgrado y como paso preliminar para posibles reparaciones del daño infligido a Kosovo por las fuerzas de Slobodan Milosevic.

" 7. Estados Unidos y la Unión Europea deberían anunciar conjuntamente, sin esperar a que cesen las hostilidades, su intención de elaborar un plan global para el realojamiento, la reconstrucción y la rehabilitación de Kosovo. Un fuerte compromiso con ese fin, reforzado por una voluntad declarada de facilitar el regreso de todos los refugiados a Kosovo, aumentaría enormemente la credibilidad de la actual campaña de bombardeos y despojaría a Belgrado de cualquier esperanza que pudiera quedarle de conservar Kosovo o una parte de él.

" 8. El plan descrito anteriormente debería contener también una cláusula relativa a que una Serbia democrática pos Milosevic podría formar parte de un esfuerzo de reconstrucción más amplio en los Balcanes que implicara también a Macedonia, Albania y Montenegro. Eso podría animar a los serbios más realistas a replantearse su actual apoyo a la política suicida de Milósevic. En cualquier caso, tanto Estados Unidos como sus aliados de la Alianza Atlántica van a tener que implicarse en una iniciativa a más largo plazo para garantizar la estabilidad regional en los Balcanes. Una vez que el Kremlin recupere la sobriedad, sería deseable que Rusia también contribuyera a mantener la paz, como ha hecho estos años en Bosnia.

" 9. El Congreso debería aprobar una resolución conjunta que apoye los objetivos políticos de la campaña de la OTAN y en la que Estados Unidos se comprometa a intentar conseguirlos por todos los medios necesarios. Dado lo mucho que hay en juego, el compromiso de Estados Unidos debe ser claro y duradero.

Zbigniew Brzezinski es ex asesor de Asuntos de Seguridad Nacional del presidente de Estados Unidos.© 1999, New Perspectives Quarterly. Distribuido por Los Angeles Times.