COMENTARIOS INTUITIVOS ACERCA DE SENDAS ENCUESTAS DE "EL

CORREO" Y "LA VANGUARDIA"

Luis Bouza-Brey, 20-12-98

Hoy se publican en "El Correo" y "La Vanguardia" encuestas de opinión acerca de la situación política española general y catalana.

Quisiera hacer unos comentarios intuitivos sobre ambas encuestas, pues me parece que se producen en un momento crítico para el país, en cuanto que pueden definir líneas de acción para el futuro.

 

LA ENCUESTA DE "EL CORREO" Y LA SITUACION EN EL CONJUNTO DE

ESPAÑA

La encuesta de "El Correo" manifiesta un incremento de la distancia entre el PP y el PSOE en intención de voto y una aproximación del PP a la mayoría absoluta.

Por otra parte, la valoración del liderazgo de Borrell no sube, sino que incluso baja una décima.

A mi juicio, Aznar ha conseguido por fin, con su giro al centro, comenzar a sintonizar con la mayoría del país, lo cual, a su vez, va haciendo disminuir las desconfianzas y acrecentando la visualización de los aciertos en la gestión del Gobierno.

Esto hace más difícil su tarea a los socialistas para alcanzar la victoria electoral, pero más fácil la vida a los españoles, acrecentando la confianza en el funcionamiento del sistema político y alejando el riesgo de un deterioro o desestabilización del mismo por la política del acoso, descalificación y navajeo de la etapa anterior del PP.

El que el giro al centro del PP prosperara sería, a mi juicio, un gran éxito para todos, haciendo a nuestro país de una vez homologable a los sistemas democráticos europeos, al contar con una derecha civilizada en el centro, y estabilizar el país por primera vez en su historia. El PP cuenta con gente apta para alcanzar esa situación, y Aznar puede consagrar y estabilizar su capacidad de liderazgo si continúa en esta línea.

¿Y los socialistas, qué? Estos días Felipe González comentaba que no percibía deseos de ganar entre los cuadros del partido. No sé si eso será cierto o no, pero lo que sí existe, como detectan las encuestas, es un cambio de clima político en el país, de modo que el PP comienza a ganarse la confianza de muchos más españoles ---incluso entre votantes de la izquierda---. Por ello, creo que los socialistas deberían calibrar muy bien su estretegia a partir de ahora.

En mi opinión, los socialistas deberían hacer dos cosas: oposición equilibrada a las políticas del PP y formulación de una alternativa general y unas políticas específicas alternativas ante los grandes problemas del país.

El hacer una oposición equilibrada significa no caer en el tremendismo y la desfiguración de la realidad, a fin de descalificar las políticas del PP. Sería contradictorio con la visión positiva que van teniendo los españoles acerca de la situación del país. Fraga estuvo varios años haciendo una política similar frente a los gobiernos socialistas y no consiguió subir de los cinco millones de votos.

Por ello, ciertamente que la oposición debe otear peligros, contradicciones y errores y denunciarlos ---en temas como los déficit de la seguridad social si es que existen o se van a incrementar en el futuro, o en el asunto del final de las privatizaciones y lo que ello implica para el presupuesto público, o en el tema de si la reducción de la recaudación impositiva es sostenible a medio plazo, si no es contrapesada por un incremento de la actividad productiva, o en el de la financiación de la Unión Europea y los Fondos y la PAC, etc, etc---.

Pero lo más importante es elaborar una alternativa, en donde sea necesaria, a las políticas del PP en temas que los españoles consideren fundamentales. Por ejemplo, el desarrollo político de la Unión Europea y la transformación del Estado; el desarrollo en el ámbito europeo de las políticas económicas, sociales, medioambientales y culturales que ya no se pueden realizar desde los Estados; el desarrollo federal del Estado autonómico y la integración de España; la transformación del Estado de Bienestar; el desarrollo de políticas culturales, comunicacionales y educativas que acaben con la basura y cutrería rampantes que nos invaden y estimulen la creatividad y el desarrollo cultural, científico y tecnológico necesarios para estar en la vanguardia de la civilización; el desarrollo de una cultura cívica entre los españoles a la altura de los tiempos, a fin de acabar con la chapuza, la desidia, la falta de profesionalidad y el predominio de pícaros y listillos tan típico de nuestro país, etc.

En fin, oposición equilibrada y alternativa imaginativa en que basar la primera, creo que son los objetivos que deben plantearse los socialistas, sin prisas pero sin pausas. Borrell debe buscar ambas cosas simultáneamente, acelerando la formulación de un programa y esquivando el riesgo de deslizarse por la pendiente de una oposición tremendista que podría ser irreal y no comprendida por los españoles. Y esto debería hacerlo sin prisas, sin verse apremiado por la próxima convocatoria de elecciones. Lo importante para el país, si el PP se aproxima a un centro-derecha civilizado que incrementa su confianza entre los españoles, no es necesariamente ganarle de manera inmediata, sino que gane la mejor alternativa en el momento de maduración adecuado de la misma, en función de la evolución de la situación del país.

Y a buen entendedor... Borrell no debería ponerse ni sentir que le ponen la pistola al pecho si el PSOE no gana las próximas elecciones. Su liderazgo debe ejercerse y consolidarse al ritmo de la evolución del país. Que el PSOE no desaproveche sus potencialidades --- del líder y del partido---.

 

LA ENCUESTA DE "LA VANGUARDIA" Y LA SITUACION EN CATALUÑA

Lo que más admiro del espíritu de los catalanes es que se asemeja a un caleidoscopio. Su percepción de la realidad se efectúa siempre con un profundo realismo y coherencia, "tocant de peus a terra", pero además tienen la enorme virtud de ser capaces de cambiar rápida y radicalmente su percepción, cuando cambian las circunstancias o las ideas, sin perder el realismo ni la coherencia. Esto es lo admirable, esa capacidad de cambiar, como un caleidoscopio, su antigua estructura, configurando una nueva imagen estructurada y coherente.

Esto creo que es el significado profundo del "seny" catalán, consistente no sólo en el sentido común, sino en esa capacidad de adaptación al cambio manteniendo la estabilidad espiritual.

Para los que provenimos de las omnicomprensivas brumas barrocas gallegas o de las chispeantes burbujas intuitivas andaluzas, el contacto con el espíritu catalán constituye una experiencia positiva, que nos enriquece. Pero, además de que nos hace amar a esta tierra sin perder el contacto con nuestros orígenes, nos permite percibir en nosotros mismos las riquísimas potencialidades de la España plural y de la Cataluña plural.

Esto que digo no es una divagación inútil, sino que creo que tiene plenitud de sentido para lo que quiero exponer a continuación.

En "La Vanguardia" de hoy se apuntan datos que me parecen significativos:

--- El PSC crece, CIU decrecen, y el PP sube. Pero el crecimiento del PSC no arrebata votos al centro, pues los que pierden CIU se van al PP.

---Carles Castro, un hábil analista electoral, cuantifica en 80.000 votos los que fluyen del PSC hacia CIU entre las elecciones generales y las autonómicas.

--- Si la memoria no me falla, y este no es un dato de "La Vanguardia" de hoy, el PSC recibe 400.000 votos menos en una elecciones autonómicas que en unas generales. Por tanto, se pueden situar en 300.000 votos los abstencionistas autonómicos del PSOE en Cataluña.

Permítanme que extraiga unas conclusiones intuitivas de estos datos.

Creo que la misión histórica de Maragall es dar un giro de 45 grados al caleidoscopio catalán, haciéndole cambiar la coherencia de su cultura política. Pero esto tiene que conseguirlo en dos direcciones: haciendo salir de la abstención a los ciudadanos procedentes de la inmigración residentes en el área metropolitana y las grandes ciudades, que hasta ahora no votaban a un PSC que no era capaz de despegarse del nacionalismo, y atrayendo hacia el cambio al amplio sector de centro progresista que hasta ahora votaba a CIU como garantía de defensa de la especificidad de Cataluña.

Maragall puede liderar estos dos sectores con una solución federalista. Mediante ella podrá despegarse del nacionalismo, que parece que solamente se preocupa del conjunto de España para garantizar la gobernabilidad y obtener contrapartidas, pero sin implicarse en el proyecto común. Con ello podrá movilizar a los abstencionistas, que se sienten vinculados al resto de España y solidarios con ese proyecto común.

Pero mediante el federalismo también podrá romper las "telarañas" del nacionalismo, cambiando el esquema perceptivo del centro catalanista y progresista, y haciéndole entender a este sector de opinión que el desarrollo pleno de Cataluña sólo tiene sentido en el contexto del proyecto común español. Pero para conseguir esto último Maragall tiene que jugar un papel activo y arriesgado, tiene que "romper las telarañas" y superar el nacionalismo. Su política no puede consistir en superponer o "pegar"sobre el esquema nacionalista una perspectiva más amplia, sino en realizar una ruptura federalista con el nacionalismo.

La asimetría de las "nacionalidades históricas", por ejemplo, no tiene por qué implicar nada más que heterogeneidad, a la que tienen el mismo derecho las regiones, que no son "ahistóricas" ni iguales entre sí. Tampoco tiene por qué implicar que "Cataluña no es España", como opinan sectores significativos de los nacionalistas. A diferencia de las Juventudes Nacionalistas, que se enaltecen con el lema de "Pujol president, Catalunya independent", los socialistas tienen que apostar abiertamente por una España federal y solidaria, en la que extremeños, vascos, catalanes, andaluces, gallegos, etc., se hermanen en un proyecto común que respete las diferencias, pero también la igualdad básica entre los pueblos de España.

A pesar de la capacidad innegable de Pujol como político, al que solamente hay que comparar con Arzalluz para percibir su papel positivo a lo largo de estos años, la lógica del nacionalismo tiene unos límites que un líder, por muy hábil y valioso que sea, no puede superar. Son los socialistas quienes tienen que dar un empuje hacia el desarrollo federal de España, y en concreto los socialistas catalanes. Por ello, la responsabilidad de Maragall es enorme, a fin de iniciar desde Cataluña la superación del nacionalismo y cerrar de una vez las heridas históricas del pasado.

Pero Maragall tiene que vencer el miedo, ser consciente del "seny" caleidoscópico catalán y romper los esquemas vigentes en la clase media del país, superándolos y conduciéndolos a un nivel superior. Si no lo hace, el voto del centro progresista seguirá yéndose hacia CIU o al centroderecha en su conjunto, y la abstención seguirá yéndose a casa o al PP.