LA ENFERMEDAD MORAL

Artículo de VICENTE CARRION, Profesor de Filosofia en "El Diario Vasco" del 30 de octubre de 2001

Permítanme que, antes de empezar el artículo, les haga mención, a través de este enlace , de otro artículo de Carrión que explica más en profundidad las motivaciones de la "enfermedad moral" que hoy describe . Esa enfermedad moral que da lugar a un comportamiento tan patológico que nadie de por ahí fuera, de otros países, es capaz de entender (L. B.-B.).

 

Precisamente porque nada hay de irreprochable en la decisión del Ayuntamiento de Azkoitia de solidarizarse con los familiares de los detenidos, y de reclamar para estos un trato conforme a derecho, lo sucedido en el pleno extraordinario convocado a raíz de la detención de uno de sus concejales, acusado de preparar un coche-bomba en el garaje, me parece un síntoma muy revelador de la enfermedad moral que padece nuestra tierra. Cierto es que no he visto publicada en su integridad la moción aprobada a instancias de PNV-EA y Batera, por lo que podría temerse que los medios de comunicación hayan distorsionado el sentido de una declaración donde se pide a ETA el abandono de las armas y se afirma la «apuesta inequívoca por las víctimas de la violencia y el terrorismo». No sería difícil ahuyentar tales dudas si los medios de comunicación dieran un poco más de espacio a la literalidad de los hechos que a su interpretación. Lo que sí resulta dudosa es la tan «inequívoca apuesta por las víctimas del terrorismo» de los nacionalistas del Ayuntamiento de Azkoitia cuando permiten que la concejala del PP, Pilar Elías, sea tildada de asesina y carcelera en sus propias narices, con perdón. Precisamente Pilar Elías, viuda de Ramón Baglietto por obra de ETA, cuyo asesino fue excarcelado hace años, se cruza con ella en el pueblo y se jacta en la Prensa de no estar arrepentido de haber asesinado a quien, para más inri, le salvó la vida de niño... En fin, como si nos faltara un Kafka en el Urola.

La cosa es que a Pilar Elías no debió de parecerle tan inequívoca la moción propuesta por los nacionalistas, pues votó en contra y dice sentirse muy sola compartiendo Ayuntamiento con quienes la insultan y amenazan, sin seres que la arropen, aunque sólo fuera por no haber tirado la toalla ante tanta desvergüenza. Si el lehendakari lo fuera de todos, en lugar de escenificar rúbricas vacuas, debiera haber ido a Azkoitia a pegarle un abrazo a Pilar.

Pero no, el portavoz oficial de su partido considera impecable la moción aprobada, quizás porque está «exenta de tacha», como define el Casares. Si así fuera, habríamos de convenir en que el problema -lo que intento acotar como enfermedad moral- no estriba tanto en lo que se dice como en lo que se calla. Y por estas tierras se calla mucho y hay mucho lío filosófico entre lo principal y lo secundario, lo sustancial y lo accidental, lo de aquí y lo de allí, la causa y el efecto. Para no ponerme espeso, voy a esbozar un ejemplo de lo que entiendo por una moción inequívoca y categorialmente impecable. Ahí va: 1° Esta Corporación se avergüenza profundamente de que uno de sus miembros participe en las acciones criminales de ETA. 2° Esta Corporación se alegra enormemente por los crímenes y atentados evitados con esta detención y se solidariza con todos los que con ella reviven el miedo, el asco y el dolor que estos criminales vienen provocando. 3° Esta Corporación felicita calurosamente a los policías que han arriesgado sus vidas para detener a estos delincuentes, así como a todos los que trabajan para erradicar el terrorismo. 4° Comprendemos asimismo el dolor que esta detención provoca en familiares y allegados. 5° En último lugar, y porque la democracia nunca puede ponerse a la altura de sus saboteadores, confiamos en que estos sean tratados con la dignidad que todo ser humano merece. De no ser así, reclamaremos al poder judicial que haga valer las leyes y convenciones necesarias para que nadie se sienta legitimado a considerar que el Estado las infringe intencionadamente.

Les gusta? Reconozco que habrá quien no esté de acuerdo con las precisiones finales, pero sólo pretendo mostrar cuánto cambia el contenido de un mensaje cuando lo secundario se hace principal, cuando no se deja claro que la humanidad está por delante de la vecindad; de lo contrario parecería que los etarras matan porque se les detiene impunemente, como demasiada gente parece creer, y no al revés. Quizás nuestro auténtico problema nacional sea no saber si acercarnos a estos temas con el corazón, con la cabeza, con ambos o en qué orden. Si en vez de defender incondicionalmente a la víctima frente al verdugo, por doloroso que nos resulte reconocer la culpa en nuestros seres queridos, necesitamos filtrar nuestra sensibilidad ante el dolor ajeno con criterios religiosos, étnicos o ideológicos, estamos moralmente enfermos. Tampoco es una enfermedad especialmente novedosa -ya se detectó en el clan del oso cavernario, y no empezó a remitir hasta pasada la Edad Media-, y a diario podemos ver sus síntomas, por ejemplo, en Palestina, donde el inmenso dolor que provocan las víctimas propias a veces se acompaña de la satisfacción por las ajenas.

Que semejante dolencia haga estragos entre nuestros políticos es demencial, por acostumbrados que estemos, pero aún más me indigna la indiferencia con la que consentimos que se manipule la sensibilidad antirrepresiva de los jóvenes sugiriendo que de Madrid sólo vienen torturas, sufrimientos arbitrarios, odio a lo vasco y todo tipo de agresiones. Parece ser poca la gente que se niega a confundir la vida con un partido de fútbol en donde 'los nuestros' siempre son los mejores 'manque pierdan'. En fin, paciencia, comprensión y ayuda dicen que necesitan los enfermos para sanar, nunca contagio. Cuídense.